Javier Espada Valenzuela.– Hace un par de semanas fui invitado a un Congreso Empresarial en la ciudad de Cochabamba para conocer la situación económica del país, perspectivas y sostenibilidad. Un panel de lujo se encargó de mostrarnos un set de información macro y microeconómica necesaria para entender la magnitud de lo que ocurre actualmente en Bolivia.
Vivimos un periodo inflacionario sin precedentes que se veía venir tras la pandemia y los aranceles impuestos por el Gobierno de Donald Trump que han afectado en menor y mayor escala en los ciudadanos quienes están optando por comprar productos más baratos en desmedro de la calidad, están prefiriendo compras necesarias más que gastar en lujos y están viendo alternativas para ganar dinero extra porque lo que ganan ya no alcanza debido al elevado costo de vida.
Cuando los analistas de Sostenibilidad desarrollamos una estrategia de sostenibilidad para una empresa, nos basamos en los riesgos internos actuales y en los externos sobrevinientes que podrían afectar el normal funcionamiento del negocio. De ese análisis, podemos sugerir oportunidades que permitan mayor y mejor competitividad.
Habitualmente, este análisis surge de la premisa de que lo financiero se encuentra bien y que lo social y ambiental son preocupaciones que a la larga podrían afectar la estabilidad económica. Los tres aspectos: económico, social y ambiental deben encontrarse en permanente equilibrio para la supervivencia del negocio. No existe Sostenibilidad en un negocio sin estabilidad financiera.
Sin embargo, cuando las externalidades económicas restan competitividad y comienzan a afectar las finanzas de la empresa, el impacto es duro y la respuesta tradicional ante esto es el recorte de personal, la reducción de presupuesto para comunicación y marketing, reducción en gastos de eventos, en beneficios para los trabajadores, reducción del gasto en donaciones y filantropía, en consultorías y servicios externos, en proyectos e iniciativas ambientales y contracción de las inversiones.
Si los proyectos de Responsabilidad Social y de Sostenibilidad no fueron estratégicamente desarrollados basados en el giro del negocio, es lógico que sus presupuestos sean redirigidos hacia las áreas que generan ingresos económicos y retornos inmediatos para la continuidad del negocio. Pero si, por el contrario, hicimos bien la tarea y vinculamos nuestras iniciativas a la sostenibilidad del negocio, éstas no se pueden dejar de hacer porque son el negocio mismo.
Toda crisis es una oportunidad, lo dictan los japoneses. Por eso que, analizar el contexto, revisar lo que se tiene y qué se debe cambiar y aprovecharlo como una oportunidad es clave en estos momentos.
Entonces, considerando la situación actual en Bolivia y el mundo, procedamos a analizar algunos sectores de la economía del país que resultarían ganadores o perdedores si agregan una visión de Sostenibilidad a sus negocios.
Potenciales perdedores
Sector construcción
El sector de la construcción es un motor clave para la economía boliviana que genera empleo, impulsa el comercio de materiales y contribuye a la infraestructura.
Antes de la pandemia, el sector de la construcción en Bolivia había experimentado un crecimiento sostenido, con una tasa promedio de 4,34% en el período 2006-2019. La pandemia de COVID-19 causó una contracción del 5,94% en el sector en 2020. De acuerdo con la Revista Contacto Construcción, después de la pandemia, el sector ha mostrado signos de recuperación, pero la evaluación de su crecimiento aún no ha alcanzado las expectativas,
En años pasados, la expansión muy fuerte de la inversión pública, mayores ingresos personales, expansión del crédito y una nueva normativa de financiamiento de vivienda de interés social, contribuyeron a un dinamismo importante en el componente público y privado de la construcción.
Entonces, tanto la inversión privada como pública son determinantes del crecimiento de la construcción. En términos de peso relativo, cerca del 60% de la expansión del PIB constructor se debe al impulso de la inversión pública y el 40% restante se origina en el ámbito privado. En periodo de desaceleración económica e inflación esta alta dependencia de la inversión pública a afectado negativamente a este sector. Los altos precios de materiales a nivel internacional y el recorte a los créditos de vivienda social por parte de la banca, también han incidido negativamente en los precios finales hacia los compradores.
¿Qué hacer para evitar ser un sector perdedor en la economía?
- Buscar la eficiencia en los materiales de constricción sin perder calidad. Buscar materiales con mayor ahorro de agua y energía en su fabricación, lo que debería incidir en costos más bajos de producción y de comercialización.
- Reactivar los créditos de vivienda social en alianza con el Sistema Financiero.
- Priorizar la compra de materiales locales, para incentivar al mercado interno y la reactivación económica local.
- Reforzar medidas de seguridad y formalización de obreros, para evitar gastos en multas innecesarias y riesgos de accidentes.
Sector Aviación y Turismo
El sector turístico en Bolivia ha mostrado un crecimiento notable, especialmente en el turismo receptivo (llegada de turistas extranjeros). En los primeros meses de 2024, hubo un aumento significativo en comparación con años anteriores, impulsado por destinos populares como el Salar de Uyuni y el Parque Nacional Madidi. En 2023, el sector turístico contribuyó con un 2,5% al PIB nacional, lo que refleja su importancia para la economía boliviana, según el economista Hugo Siles Espada. Entre enero y octubre de 2024, Bolivia generó $us 589,2 millones en turismo receptivo, superando los resultados de 2023, 2022 y 2021. Esto representa un aumento del 5,6% en comparación con el mismo periodo de 2023, cuando la recaudación fue de $us 558,05 millones.
Sin embargo, esta tendencia ha comenzado a reportar cifras a la baja, debido, principalmente, a la inestabilidad política y social de país. Los constantes paros, marchas y bloqueos modifican las agendas de los turistas, lo que les genera perjuicios en sus planes y economía, prefiriendo cambiar sus destinos a otros países de la región con mejores condiciones de paz.
Ligado a esto, el sector de la aviación en Bolivia ha experimentado un crecimiento significativo, aunque con fluctuaciones y desafíos. El transporte aéreo de pasajeros ha mostrado un crecimiento notable, con aumentos de dos dígitos en algunos periodos. Sin embargo, la pandemia y otros factores han impactado negativamente en el sector, generando una desaceleración en el tráfico aéreo en algunos años. El crecimiento del sector de la aviación contribuye al Producto Interno Bruto (PIB) de Bolivia, con una estimación de entre el 2% y el 2,5%.
En 2024, el sector de la aviación experimentó una desaceleración en el tráfico aéreo, con una disminución estimada del 4,9% en el tráfico total de pasajeros, el mercado doméstico ha sido el más afectado por la desaceleración, con una caída estimada del 7,9% en el tráfico de pasajeros. La desaceleración refleja desafíos estructurales como los altos costos operativos, la falta de incentivos para atraer nuevas aerolíneas y la limitada conectividad
¿Qué hacer para evitar ser un sector perdedor en la economía?
- Considerando que el Salar de Uyuni y el Madidi son los destinos que generan mayores ingresos para el país por su riqueza en biodiversidad, se debe:
- Evitar daños a sus ecosistemas, ya sea por explotación de minerales o por uso desmedido de agua para estas operaciones.
- Controlar efectivamente los incendios, de acuerdo con la Organización WCS, se ha calculado que dentro del Madidi se quemaron 20.654 hectáreas producto de los incendios.
- Generar incentivos para el turismo local; reducir impuestos al sector hotelero; promover feriados largos para el ocio y la diversión de los ciudadanos; conciliar con sectores sociales para evitar marchas y bloqueos que afecten temporadas altas de turismo.
- En a cuanto al sector aviación, reducir costos operativos a través de la compra de combustible verde y menos contaminante; mejorar los sistemas de atención al cliente y escucha permanente, así como abrir espacio a la competencia.
Sector petróleo y gas
La producción de petróleo y gas ha disminuido en los últimos años con caídas significativas en la extracción tanto de petróleo como de gas. Por ejemplo, en 2023, la producción de gas cayó un 13% y la de petróleo un 15,6%. El gobierno nacional ha implementado un plan de reactivación del sector de hidrocarburos con el objetivo de revertir la tendencia decreciente de la producción y aumentar las reservas. Este plan incluye la reactivación de pozos, la desburocratización de la exploración y explotación, y la promoción de incentivos para la inversión. A pesar de estos esfuerzos por reactivar el sector, la producción de gas natural en Bolivia se prevé que no se recuperará completamente hasta 2030.
Bolivia, en sus mejores tiempos, producía más del 85% de carburantes y solo importaba un 15%. Ahora, solo produce el 15% de diésel y el 30% de la gasolina que consume. La causa fue el agotamiento de los pozos petroleros y la falta de exploración de nuevos yacimientos. La disminución de ambos recursos estratégicos del país generó la caída de las exportaciones de hidrocarburos y en consecuencia, un menor ingreso de divisas, de acuerdo con la investigación realizada por el diario La Razón.
¿Qué hacer para evitar ser un sector perdedor en la economía?
- Es hora de una verdadera política de transición hacia las energías verdes. La alta dependencia del sector productivo con el diésel y del mercado automotriz por la gasolina es insostenible. El sistema financiero boliviano y los organismos multilaterales cuentan con fondos para financiar (a través de un producto financiero) maquinaria agrícola de bajas emisiones y consumo de energía eléctrica, lo suficientemente potentes para no dejar de producir al mismo ritmo actual.
- Desde el Estado (Nacional, Departamental y Municipal), impulsar el uso y consumo de energías alternativas en los hogares, transporte y educación a través de incentivos impositivos y otros.
- Desde el Estado (Nacional, Departamental y Municipal) premiar a la iniciativa privada que promueva el uso de energías alternativas.
Potenciales perdedores que podrían convertirse en ganadores.
Sector automotriz
De acuerdo con cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE), el sector automotriz en Bolivia experimentó un crecimiento del 5.3% en 2023, alcanzando 2,470,622 vehículos. Sin embargo, las ventas en lo que va de 2024 han mostrado una caída del 9% en comparación con 2023, llegando a aproximadamente 41,000 unidades vendidas. Este descenso se atribuye a factores como el aumento de los precios de los combustibles y la devaluación de la moneda, que afectan el poder adquisitivo de los consumidores. Si esta tendencia se mantiene en 2025, el sector automotriz va a tener grandes pérdidas económicas, salvo que apueste por la innovación, tecnología y financiamiento. En cuanto a innovación y tecnología, los hábitos del consumidor (más por evitar hacer largas colas para abastecimiento de gasolina que por conciencia ambiental) se están dirigiendo hacia vehículos eléctricos e híbridos. Sin embargo, el acceso a estos vehículos es limitado por los altos costos. Acá entra la parte de financiamiento y alianzas.
¿Qué hacer para convertirse en un sector ganador en la economía?
- Trabajar en alianza con el sector bancario para encontrar un producto financiero que permita el acceso de la población a vehículos eléctricos cómodos y a bajo costo, con tasas de interés flexibles y con pocos requisitos, evitando la burocratización. Un crédito para la compra de vehículo eléctrico, con baja tasa de interés o en su caso con plazo largo.
- Articular esfuerzos con los Gobiernos Municipales para instalar puntos de carga “electrolineras” distribuidos en puntos estratégicos de las ciudades. Promover sitios de carga gratuitas o bajo un sistema de incentivos por el uso de vehículos eléctricos o híbridos.
- Generar acuerdos público-privados para brindar incentivos a empleados que vayan a trabajar usando vehículos eléctricos o híbridos.
- Articular convenios con gremios del transporte público para realizar una reposición paulatina de micros, buses y minibuses a vehículos eléctricos y de bajo consumo de energía.
Sector agrícola
Este rubro es clave y fundamental para la economía nacional. Ubicado en el tercer lugar en cuanto a generación de ingresos del país.
La escasez de diésel en Bolivia ha provocado una situación alarmante para el sector agroindustrial, especialmente en el Departamento de Santa Cruz. Según la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), unas 400.000 hectáreas de soya listas para ser cosechadas y 1,5 millones de hectáreas de soya, maíz y sorgo destinadas a la siembra de verano se encuentran en riesgo si no se asegura el abastecimiento de diésel indispensable para operar la maquinaria agrícola. Además, se calcula que están en riesgo las hectáreas de soya en etapa de cosecha que equivalen a aproximadamente 800.000 toneladas de grano y una merma de $us 400 millones, si no se garantiza el combustible.
Por otra parte, la carencia de grano afectaría a otras industrias relacionadas, como las de carne, productos lácteos y huevos, comprometiendo la seguridad alimentaria del país y poniendo en riesgo miles de empleos en estas cadenas productivas.
¿Cómo mantenerse en un sector ganador en la economía?
- Si bien a corto plazo se requiere diésel para el funcionamiento de la maquinaria agrícola, es imprescindible comenzar a planificar la transición hacia la compra y uso de maquinaria que utilice energías alternativas. Ya la tecnología permite contar con herramientas de trabajo bajas en consumo eléctrico, pero con potencia, uso de energía solar para iluminar los campos y para generar electricidad en las bombas de agua, para iluminar las oficinas y otros.
- En Bolivia el uso de plaguicidas se cuadruplicó de 10 mil toneladas (2004) a 40 mil toneladas (2016). En estos últimos 5 años (2013 – 2017) alcanzaron 1.136 millones de dólares por la importación de 212 mil toneladas de plaguicidas. Según la “Lista Internacional de Plaguicidas Altamente Peligros” de PAN (Red de Acción en Plaguicidas) que se basa en estudios científicos, la exposición a plaguicidas tóxicos se ha vinculado al cáncer, Alzheimer, Parkinson, trastornos hormonales, degradación del sistema nervioso, abortos, malformaciones, problemas de desarrollo y esterilidad. Resultan daños ambientales como la escorrentía desde los cultivos hasta los ecosistemas circundantes y el agua, resistencias de plagas e inestabilidad de los ecosistemas, degradación de suelos y otras consecuencias imprevisibles. De los 229 plaguicidas registrados en Bolivia, 164 (72%) son problemáticos por su toxicidad: Al menos 78 son altamente peligrosos, 105 prohibidos en otros países, y 75 no son autorizados en la Unión Europea. Es urgente revisar sus registros y prohibirlos. Este uso desmedido y sin control de plaguicidas nos restan competitividad y apertura de mercados, además de un alto impacto socio ambiental. El sector agrícola debe hacer una evaluación de riesgos y tomar debida diligencia acerca de la manera en que produce, caso contrario pueden existir demandas colectivas que afecten el normal desempeño de las operaciones, como ya ha ocurrido en otros países vecinos.
- Tarea para el Estado: Recuperar la soberanía alimentaria debido a los altos índices de importación de alimentos y dependencia de precios de los mercados internacionales, seguridad jurídica a la tierra e inversiones agrícolas y mercado interno con precios realistas (Recomendaciones también planteadas por el IBCE).
Sector alimentos
Una crisis financiera y económica también impacta en el consumo de los alimentos. El encarecimiento diario provoca que las preferencias de los consumidores giren hacia productos más económicos, muchas veces de menos calidad e inocuidad.
El economista Martin Rapp, en ese Congreso Empresarial, mencionado líneas arriba, demostraba con datos que, dada la situación, el consumidor no solo que se está cohibiendo de compras lujosas, como el cambio de carro o del último modelo de celular para conservar el actual un año más, sino que está siendo inteligente con sus compras, buscando opciones más baratas o de segunda mano, para reducir el riesgo de afectar sus ahorros.
Este cambio en los hábitos de los consumidores debe ser bien entendido y leído por las empresas que producen o venden alimentos, ya que la lealtad hacia una marca dejó de ser una razón para que el cliente permanezca siéndolo y es precisamente una oportunidad para el sector para innovar con nuevos productos, nuevas ofertas y estrategias de marketing.
¿Cómo mantenerse en un sector ganador en la economía?
- Desarrollar una estrategia de marketing nueva para enfrentar el nuevo contexto. Vender de la misma manera que en tiempos normales es una equivocación.
- Elaborar un plan de gestión de crisis o un plan de comunicación de crisis es imprescindible. Igual de importante, no reducir el presupuesto de esta área, que es la que finalmente disparará las ventas en el negocio.
- Reforzar la estrategia digital.
- Crear un nuevo mensaje de marca y una publicidad adaptada a la situación para mantener a los clientes y animarlos a comprar.
- En tiempos de crisis es importante brindar una imagen de fortaleza y seriedad y ganarse la confianza de los clientes. La incertidumbre afecta a todas las actividades económicas de un país, especialmente en el hambre para realizar riesgos y nuevas compras.
- Importante: El plan de gestión de crisis debe ser parte de la Estrategia de Sostenibilidad. No solo debemos ver las oportunidades sino también los riesgos asociados que podrían convertirse en nuevas oportunidades y nuevos negocios. Ese trabajo es conjunto y ninguna área debe quedar fuera.
Por último y no menos importante, debemos reconocer que en la sociedad actual, hemos sido muy malos para el trabajo en equipo, especialmente entre sectores. Dado el contexto, es fundamental el asocio, las alianzas, la complementación y la solidaridad. No podemos esperar recetas mágicas o héroes que resuelvan el estado de la economía, debemos encontrar mecanismos que permitan que ganemos todos, articulados. Porque así la Sostenibilidad es estructural y no individual, por tanto, más resistente a fenómenos adversos.
“Nadie se salva solo, nadie salva a nadie, todos nos salvamos en Comunidad” (Paulo Freire)
*Javier Espada Valenzuela, Máster en Sostenibilidad